Viajar despacio
Este año nos hemos visto obligados a detener nuestro acelerado ritmo de vida, pero hay muchas personas que desde hace años se han propuesto ver la vida desde una perspectiva diferente, interna y auténtica. Es así como nació el movimiento slow que nos invita a mirar a nuestro interior por medio de acciones sostenibles en diversos sectores incluyendo el slow food (con el kilómetro 0, el consumo de productos locales), el slow schooling (con la inclusión de la historia y personajes locales en los programas didácticos), el slow parenting (al reducir los padres de familia su jornada laboral para dedicarles más tiempo a sus hijos y transmitirles sus valores).
El movimiento slow ha alcanzado también al sector turístico por medio del slow travelling, invitando al viajero a conectar con las tradiciones del lugar que visita; estas tradiciones tienen infinidad de variables dependiendo del destino. El movimiento slow se relaciona directamente con la ausencia de prisa, aquí se evitan las agendas apretadas y los ritmos frenéticos de la forma de viaje tradicional. El viajero slow no desea conocer muchos destinos en poco tiempo, al contrario, prefiere centrarse en un destino y conocerlo a profundidad; lo cual puede lograrse gracias al contacto directo con la comunidad local.
Hoy conoceremos a Isa Calvache quien nos compartirá la variedad de tradiciones que Córdoba ofrece, desde la actividad agropecuaria histórica (como la vid, el olivo, la naranja o la dehesa), las artesanías (como la plata o el cuero), hasta tradiciones intangibles que muestran las formas de vida local como los patios cordobeses. En Córdoba un viajero slow no solo quiere comer el emblemático rabo de toro cordobés, sino que irá hasta la dehesa donde el pastor le contará que sus vacas se crían felices bajo encinas y dan una carne certificada ecológica.
Como Isa lo define: “El viaje lento no es una larga lista donde marcamos todo lo que vamos haciendo: muy al contrario, las marcas se hacen en el corazón de la huella que dejan las experiencias vividas y las gentes frecuentadas.”
En todas las actividades se busca que el viajero conecte directamente con la población local de variados sectores, ellos son los expertos que transmitirán valiosa información que permitirá al viajero una inmersión real en el día a día local: los alojamientos ofrecen un encanto especial desde el momento en el que el propietario recibe a los visitantes en su casa, los productores locales dan a probar sus productos ecológicos directamente desde donde se producen, los artesanos muestran sus habilidades en talleres donde comparten hermosas piezas que los viajeros pueden adquirir y llevar a casa. El turismo slow permite que todos los ingresos de las visitas se queden en el destino además de estar intrínsecamente unidos a las formas de vida tradicional, por lo que aseguran su perpetuación.
Isa nos cuenta que conoció el movimiento slow en un viaje a Italia para conocer a sus proveedores de vino: así descubrió que había bodegas lentas que exponían no solo en las grandes ferias internacionales de vino, sino también en pequeños salones de slow food, los cuales tuvo la suerte de visitar. Ése fue el origen de su interés por el movimiento slow. Años después, decidió crear su propio negocio teniendo 3 ideas claras de base: Tenía que ser con sede en Córdoba (la tierra que la había visto partir 20 años antes); sería destinado a un público japonés (para aprovechar su larga experiencia con este mercado); y tendría que estar relacionado con el movimiento slow.
Así fue como nació Caracol Tours.
Durante casi 2 años, Isa se dedicó a buscar proveedores locales de diversos sectores, quienes ofrecieran productos de calidad representativos de las tradiciones cordobesas, garantizaran la disponibilidad de su producto a mediano y largo plazo (ya que uno de sus mercados principales es el japonés) y la característica esencial de sus proveedores: su calidad humana; las relaciones personales son esenciales para lograr la experiencia inmersiva que desean los viajeros. Ahora, después de 6 años, Isa continúa trabajando con la mayoría de los proveedores con los que inició Caracol Tours.
Uno de los grandes retos para la experiencia del viajero slow es ofrecer el mismo producto de forma constante, Isa ha encontrado productos fantásticos pero disponibles únicamente por temporadas cortas lo que dificulta garantizar ciertas experiencias a viajeros que planean sus viajes con mucha anticipación. Actualmente el turismo slow es un segmento atractivo para los españoles también, incluso los propios cordobeses buscan disfrutar de su tiempo libre en conexión con las tradiciones cordobesas.
El viajero slow busca experiencias que impliquen un disfrute sensorial, más allá de la vista que reina en nuestro día a día; actividades en las que el olfato y la memoria olfativa son esenciales, como las catas de vino y aceite; talleres con artesanos donde se toca la textura del cuero (muy diferente según el animal del que proceden); visitas al campo donde el oído se excita con cencerros, silbidos de pastor y mugidos del ganado.
La clave está en quitar la hegemonía a los ojos y complementar el disfrute con el resto de los sentidos.
Una de éstas increíbles experiencias sensoriales es el recorrido por los campos de cultivo ecológico de la naranja cordobesa, donde los viajeros pueden disfrutar de un desayuno saludable a base de zumo de naranja recién exprimido, naranjas cortadas con aceite de oliva virgen extra cordobés y pan con miel ecológica de flor de azahar de la misma huerta. Es una actividad que Isa realiza en alianza con Juan y César, productores de naranjas ecológicas a quienes también conoceremos próximamente.
Ruta: Entre Naranjas - Caracol Tours